Zapatero remendón, un oficio que se niega a morir, en Tres Valles
Alejandro Narváez, 30 de septiembre de 2019
Tres Valles, Ver.- Ser zapatero remendón, como se les decía antes, ya no es negocio, como cuando era casi obligatorio acudir a ellos a la hora de reparar calzado viejo, de trabajo o el zapato de colegio previo al ingreso a clases, señala don Crispín Suárez, quien con más de 30 años de experiencia en el oficio, se duele al decir que ahora hay tanta variedad de zapatos en el mercado y de distinta calidad, que la mayoría opta por cambiarlos en lugar de enviarlos a reparar.
Es un hombre que ha visto decaer la demanda de reparación de calzado, siendo, sin embargo, parte de un oficio que se niega a morir, y en su caso, hasta comerciante de los zapatos que nunca recogieron.
Pide el 50 por ciento del costo de la reparación de anticipo, y si no se recogen en el plazo que da de 30 días, pues lo vende, o los regala a personas de escasos recursos que pasan por su negocio.
Mientras otro zapatero, don Cosme Guzmán, con más de 50 años en el oficio, recuerda con anhelo los tiempos de bonanza, aquellos donde su trabajo era requerido para embellecer el calzado de las personas para fechas especiales, agregando con tristeza que para él la reparación del calzado es uno de los oficios que con el paso del tiempo ha comenzado a desaparecer por la llegada de tiendas departamentales, pues ahí van y los adquieren a precios módicos y los pagan en abonos aunque estos son de mala calidad y si se les rompen pues vuelven a comprar otros.
Aunque van sobreviviendo en la actividad gracias a las zapatillas de mujer, pues son ellas, acota, quienes son las que traen más trabajo que los hombres, y uno que otro zapato escolar.
