Xalapa, Veracruz, México, a lunes 14 de julio de 2025

Afilador, oficio que sigue vivo

Afilador, oficio que sigue vivo

Fluvio Martínez, 24 de agosto de 2018

Coatzacoalcos, Ver.- “Mi nombre es Ezequiel Pérez Castro, soy afilador desde hace 28 años y recorro las calles de la ciudad, buscando mi trabajo”.

Apenas sale el sol y don Ezequiel se prepara para tomar su autobús y dirigirse de Coatzacoalcos a Minatitlán, para ir en busca de su herramienta de trabajo.

“Me quedé sin trabajo y tenía un vecino que Dios lo tenga, y me dijo ‘oiga de que estés sentado ahí en tu casa ayúdame a cargar mi aparato, aquí se gana, nomas que hay caminar’, y pues gracias a Dios tengo este oficio”.

De albañil pasó a ser afilador, allá por la década de los 90.

En una casa de un conocido lo espera su esmeril para afilar lo que hoy se encontrará por las calles.

Él mismo elaboró su afilador con una estructura de fierro, una llanta y pedales de bicicleta, una banda de hule y el esmeril para sacar el filo a los cuchillos, tijeras, machetes y lo que se requiera.

“Camino entre 20 y 25 kilómetros al día y cuando hay trabajo se camina menos, pero no se gana mucho, se gana menos aquí”.

Entre pavimento, baches, topes y banquetas recorre a pie silbando a los cuatro vientos, este ritmo tan peculiar que identifica a los afiladores.

20, 25 o 30 pesos es lo que cobra don Ezequiel a las personas que escuchan su silbato y le solicitan el servicio.

Después de caminar cerca  de 40 minutos encontró a su primer cliente: doña Magdalena Martínez:

“Ya tenía mucho que lo estaba esperando y ahorita que lo escuchamos, me dijo mi esposo ‘sal corriendo y lo localizamos’, nos cayó como anillo al dedo, vez cuanto trabajo le di ahorita”.

Como muchas personas, doña Magdalena cree en la leyenda que sacudirse con los brazos cuando escucha al afilador.

Por ello le preguntamos a Ezequiel, cuál es el significado de esta leyenda, mientras afila las tijeras de la señora, cuenta que eso lo hacían las mujeres que no se casaban o solteras, les decía la abuelita o la mamá, ‘oye hija sacúdete para que encuentres marido ya nos cansamos de mantenerte’.

A pesar de que se lo explica a algunos clientes, las personas continúan sacudiéndose cada que escuchan el cantar del silbato.

Por fin terminó de afilar las cinco herramientas y llegó el momento de ver si el cliente quedó satisfecho, para cobrar.

 

Y al parecer le fue muy bien, a  nuestro afilador. En su primer trabajo se 100 pesos.

Pulir con detalle, afilar lo adecuado y cuidar que las chispas no alcance su rostro, lo hace al mismo tiempo, con mucho esfuerzo y dedicación.

Después de 28 años continúa con la firmeza de seguir recorriendo las calles silbando para afilar y llevar suerte a quienes lo creen.

Pero sobre todo, para seguir manteniendo este antiguo oficio, en las calles del sur de Veracruz.