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Regreso triunfal del travesti Conchita Wurst a Austria

Regreso triunfal del travesti Conchita Wurst a Austria

RFI, 12 de mayo de 2014

El triunfo de Conchita «no es solamente una victoria para Austria, ante todo es una victoria de la diversidad y la tolerancia en Europa». Estas son la palabras del presidente de Austria, Heinz Fischer, en un comunicado emitido tras el triunfo del travesti barbudo Conchita Wurst en la edición 2014 de Eurovisión celebrada el sábado por la noche en Copenhague. Más de mil personas acudieron al aeropuerto de Viena el domingo por la mañana para recibir con coros y purpurina (algunos con barbas pintadas en el rostro) a Tom Neuwirth, verdadero nombre de Conchita Wurst, de 25 años de edad, nacido en la pequeña ciudad de Gmunden y que ya era conocido en su país tras el paso por un programa de telerrealidad musical. La balada «Rise like a Phoenix» con aires a música de película de James Bond, le ha otorgado ahora el reconocimiento internacional.

Toda la clase política austriaca saludó el triunfo de su compatriota en Dinamarca, la segunda victoria del país en el festival (la anterior data de 1966). Incluso la extrema derecha, encarnada en el FPÖ, que calificó en la víspera de «ridícula» la actuación, llegó a felicitarse este domingo por la victoria.

Sin embargo, no todas las reacciones han sido positivas: Ya incluso antes de su actuación,circularon peticiones en contra de la candidatura de Conchita Wurst desde países como Rusia o Bielorrusia. El viceprimer ministro ruso, Dmitri Rogozin, declaró este domingo que el palmarés de Eurovisión «muestra a los partidarios de la integración europea lo que les espera al unirse a Europa, una mujer con barba».

En Francia, el colectivo LGTB (lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros) saludó la victoria «de la tolerancia, un mensaje muy fuerte, teniendo en cuenta las declaraciones homofóbicas y transfóbicas hechas antes de la competencia, sobre todo en Europa del este»:

La victoria de Conchita tuvo su lectura social y política este domingo, pero no fue la única circunstancia de una edición de Eurovisión, que estuvo marcada en ocasiones por el trasfondo de uno de los episodios que más está marcando la actualidad del continente: la crisis ucranianaLos «eurofans» tiñeron de política la fase de las votaciones. Los puntos concedidos a Rusia eran recibidos por el público con sonoras pitadas. Incluso los presentadores de la gala recordaron que la gala era un evento musical y no un foro político. Precisamente la candidata ucraniana, Mariya Yaremchuk, fue la encargada de abrir esta 59ª edición del certamen, una de las más transgresoras y que sin duda, ha tenido una repercusión especial.