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Excavaciones en La Conchita, Coyoacán, revelan posibles restos de capilla construida a instancias de Cortés

Excavaciones en La Conchita, Coyoacán, revelan posibles restos de capilla construida a instancias de Cortés

Agencia de Noticias RTV (INAH), 23 de septiembre de 2020

México.- En 1522, después de la toma de México-Tenochtitlan, Hernán Cortés se estableció en Coyoacán, lugar que fue considerado como el primer asentamiento español. El capitán ordenó construir en este pueblo de indios un pequeño templo, del que arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron algunas pistas durante las excavaciones realizadas hace seis años en la iglesia de la Inmaculada Concepción.

Juan Cervantes Rosado, María de la Luz Moreno Cabrera y Alejandro Meraz Moreno, especialistas de la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA) del INAH, registraron los hallazgos suscitados durante la investigación arqueológica en La Conchita, efectuada entre 2012 y 2014, derivados del seguimiento a los trabajos de restauración, recimentación y mejoramiento que tuvieron lugar al interior y en las inmediaciones del recinto religioso, de los cuales efectuaron un breve recuento al participar, vía remota, en el Seminario de Estudios sobre Coyoacán.

En la videoconferencia, organizada por la Coordinación Nacional de Antropología, en el marco de la campaña “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, Cervantes y Moreno explicaron que, en 1524, Cortés ordenó a los habitantes del pueblo de indios de Coyoacán, tierra llamada de Ecatempan, iniciar la construcción de la pequeña capilla provisional, la cual fue edificada en poco tiempo con materiales perecederos, como madera, adobe y lodo, a diferencia de la ampliación y las modificaciones que se harían en los siglos XVII, XVIII y XIX.

Destacaron que las evidencias prehispánicas, las cuales consistían en la elevación del terreno y la presencia de una estructura tepaneca, parte de un conjunto arquitectónico donde debe haber existido una plaza, dieron la pauta para la ubicación de la pequeña edificación donde, seguramente, los frailes menores o franciscanos predicaron a instancias del conquistador.

“La capilla construida contó entonces con un gran atrio y conforma hoy lo que popularmente se conoce como Plaza o Jardín de La Conchita, erigida en el mismo espacio que los elementos arquitectónicos prehispánicos y aprovechando su presencia”, refirieron en la transmisión efectuada vía YouTube.

A través de 15 unidades de excavación, los arqueólogos corroboraron que el lugar donde esta fue edificada contaba con ocupación prehispánica, correspondiente al periodo Epiclásico (650-900 d.C.) y posteriormente al Posclásico Temprano (900-1200 d.C.).

Los restos de dichas construcciones conformaron un montículo que fue aprovechado en el Posclásico Tardío (1200-1521 d.C.) por los grupos tepanecas que se asentaron en la región, erigiendo sobre él una estructura que, a principios de la época novohispana, fue arrasada para edificar la parte principal de la Capilla de la Concepción.

De acuerdo con los datos recabados durante el rescate arqueológico, a mediados del siglo XVIII, ya bajo la orden de los dominicos, se llevó a cabo la edificación del Templo de la Inmaculada Concepción, actualmente en pie, tras la demolición de una construcción anterior, de dimensiones y planta distintas a la existente, cuya cimentación quedó sepultada. La totalidad de acabados de la edificación, entre ellos el sotocoro y el coro, se completó en el mismo siglo.

En resumen, “tendríamos una primera construcción del siglo XVI de la que no hay evidencias, salvo algunos entierros que debieron estar asociados a la misma, y que estuvo ubicada más al este, hacia la zona del altar. En segunda instancia, tenemos los pisos de otra estructura con una planta similar a la de una capilla abierta, de finales del XVII o inicios del XVIII, y que también contó con inhumaciones, sobre la cual se construyó (hacia 1750) la iglesia que vemos hoy en día“, indicó el arqueólogo Juan Cervantes.

De época prehispánica, en el sitio se recuperaron dos entierros del periodo Posclásico Temprano, y uno más del Posclásico Tardío. El grueso, 201, correspondieron a entierros cristianos de los siglos XVI al XIX, 169 se encontraron con relación anatómica y 32 fueron entierros secundarios que formaron parte de un osario. En total se recuperaron los restos de más de 500 individuos, de los cuales 80 por ciento falleció en edad adulta.

Otro de los descubrimientos sobresalientes fue un relleno aligerado en el coro del Templo de la Inmaculada Concepción, el cual se conformó con más de 100 vasijas completas y fragmentos de ollas, jarras, palanganas y orzas. Este recurso constructivo se generó en la época romana y trascendió a los virreinatos españoles, era aplicado entre extradós de bóvedas y cubiertas para rellenar espacios que representan una sobrecarga menor a las estructuras.

En el interior de algunas de las vasijas se aplicaron análisis palinológicos y se identificó la presencia de restos de cordeles de fibras de maguey, de las especies de agave pulquero y agave salmaina, así como de caña de maíz (Zea mays); igualmente, se determinó la existencia de semillas y restos de frutos y vegetales, como tuna, chile, frijol y haba, depositados, quizá, con fines de oblación, y algunos otros, como colorín (Erythrina) y pirú (Schinus mole), tal vez, con un propósito ritual.

De acuerdo con los especialistas, las vasijas procedieron de donaciones para contribuir a la construcción del edificio, las cuales fueron hechas por uno o varios artesanos de la región (la mayoría son de desecho y con defectos de manufactura), así como por la misma comunidad del barrio de la Concepción, pues otra parte de las piezas muestra huellas de uso. Lo anterior, concluyeron, “permite inferir una estrecha relación entre la comunidad y la orden dominica en el siglo XVIII”.