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Amnistía Internacional pide a China frenar represión contra musulmanes

Amnistía Internacional pide a China frenar represión contra musulmanes

Notimex, 25 de septiembre de 2018

Londres.- Amnistía Internacional (AI) pidió a China poner fin a la campaña de represión sistemática contra la musulmanes uigur en la Región Autónoma del Sin-kiang, noroeste chino, donde hasta un millón de personas siguen desaparecidas hasta hoy.

En un informe, la organización no gubernamental (ONG) destacó que la represión masiva ha destrozado a cientos de miles de familias, que están desesperadas por saber qué ha pasado con sus seres queridos, por lo que “es hora de que las autoridades chinas les den respuestas”.

“En el último año se ha intensificado la campaña gubernamental de internamiento masivo, vigilancia intrusiva, adoctrinamiento político y asimilación cultural forzada contra las personas de etnias uigur y kazaja y los miembros de otros grupos étnicos de la región, en su mayoría musulmanes”, destacó.

AI entrevistó a más de 100 personas fuera de China, cuyos familiares en la Región Autónoma Uigur de Sin-kiang (XUAR) siguen desaparecidos, así como a personas que dijeron haber sido torturadas mientras se encontraban en campos de detención en el lugar.

“No debe permitirse que el gobierno de China continúe esta brutal campaña contra las minorías étnicas en el noroeste del país”, subrayó Nicholas Bequelin, director regional de Amnistía Internacional para Asia Oriental.

Los gobiernos de todo el mundo, agregó, deben hacer que las autoridades chinas rindan cuentas por la pesadilla que se está viviendo en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang. “Las familias ya han sufrido bastante”, subrayó.

En su informe, titulado “China: ¿Dónde están? Tiempo para dar respuesta a las detenciones masivas en la Región Autónoma Uigur de Sin-kiang», AI pone de relieve la angustia de quienes han perdido el contacto con sus familiares y amigos en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang, que tiene una población de casi 22 millones de personas.

La organización defensora de los derechos humanos destacó que el internamiento de grupos étnicos, en su mayoría musulmanes, en la región del Sin-kiang se ha intensificado desde marzo de 2017, cuando se aprobó la “Normativa Antirradicalización”.

“Las muestras públicas -o incluso privadas- de afiliación religiosa y cultural, como llevar una barba ‘extraña’, cubrirse la cabeza con un velo o un pañuelo, orar frecuentemente, ayunar o evitar el alcohol, o tener libros o artículos sobre el islam o la cultura uigur pueden considerarse conductas ‘radicales’ en virtud de esta normativa”, destacó.

Otros motivos importantes de sospecha, abundó, son viajar al extranjero por trabajo o estudios, en especial a países de mayoría musulmana, o estar en contacto con personas fuera de China. “Hombres y mujeres, jóvenes y personas de edad avanzada, residentes en zonas rurales y urbanas… Todos corren peligro de ser detenidos”.

Los ubicuos controles de seguridad, que ahora forman parte de la rutina diaria en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang, ofrecen amplias oportunidades para buscar contenidos sospechosos en los teléfonos móviles de la gente o comprobar su identidad utilizando programas informáticos de reconocimiento facial, agregó.

De acuerdo con AI, las personas pueden ser identificadas como sospechosas a través del control rutinario de mensajes enviados en aplicaciones de redes sociales como WeChat, que no usan la encriptación de extremo a extremo o el uso de aplicaciones de mensajería como WhatsApp.

Las autoridades se refieren a los campos como centros de “transformación a través de la educación”, pero mucha gente los llama “campos de reeducación”. Las personas recluidas en ellos no son sometidas a juicio ni tienen acceso a asistencia letrada o derecho a impugnar, además pueden permanecer detenidas por meses.

Quienes se resisten o no demuestran que han cambiado lo suficiente se enfrentan, según informes, a castigos que van desde los insultos a la privación de alimentos, la reclusión en régimen de aislamiento, las palizas, y el uso de instrumentos de coerción y posturas de tensión, explicó.

“Se han recibido informes de muertes en los centros, incluidos casos de suicidios de personas que no han podido aguantar los malos tratos”, subrayó.

Las autoridades justifican estas medidas extremas basándose en la necesidad de luchar contra el terrorismo y garantizar la seguridad nacional. Sin embargo, las medidas dirigidas a proteger a los ciudadanos de ataques deben ser necesarias y proporcionales, y lo más concretas y restringidas posible para hacer frente a una amenaza específica.

“Los centros de detención masiva son lugares de lavado de cerebro, tortura y castigo. El hecho de que por enviar un mensaje a tus familiares en el extranjero puedas acabar detenido pone de manifiesto lo absurdas, injustificadas y totalmente arbitrarias que son las acciones de las autoridades chinas”, afirmó Bequelin.